Los niños y niñas están sufriendo efectos psicológicos negativos desde el inicio de la ocupación
y las operaciones militares subsiguientes. Los menores tienen miedo y muestran un
comportamiento agresivo. Un indicador más de su sufrimiento es su constante empeoramiento
en el rendimiento escolar.
Algunos distritos escolares aún padecen violaciones de sus derechos educativos. En Faluya seis
colegios todavía se siguen usando como cuarteles por la Guardia Nacional iraquí y el Ejército
estadounidense, a pesar de un decreto del Consejo de Ministros que recalca la importancia de
abandonar las escuelas, de forma que los estudiantes puedan volver a clase. Aunque los
combates han terminado hace más de diez meses, los escolares, cuyos colegios fueron
destruidos durante los combates de septiembre y octubre [de 2004], dan las clases en tiendas de
campaña bajo las malas condiciones climáticas. Evidentemente los escolares deberían estar en
sus colegios y los militares deberían operar desde tiendas de campaña. Además, el edificio del
Departamento de Educación gubernamental en Faluya está siendo utilizado por los Ejércitos
iraquí y estadounidense, mientras que el Departamento de Educación tiene que usar una escuela
como oficina provisional.
Durante los dos últimos meses, las operaciones militares en las zonas del oeste de Iraq
destruyeron y dañaron muchas escuelas en ciudades como al-Qaem, Hadiza, al-Karable, Het y
Ramadi, impidiendo por tanto a los alumnos la continuación del curso escolar recién iniciado.
Además, la Facultad de Agricultura de la Universidad de al-Anbar fue ocupada por el Ejército
estadounidense, lo que aumentó, por consiguiente, las dificultades de los estudiantes y del
personal de la universidad para lograr sus objetivos académicos, [dificultades] tales como
obligar a que las clases se impartan en lugares inadecuados dentro de la universidad.
A pesar del llamamiento de los Departamentos correspondientes de educación para que se
facilite a los estudiantes la asistencia a los colegios y universidades, los procedimientos de
[control de] entrada a ciudades como Faluya y otras al oeste del Éufrates, que han estado bajo
sitio durante un largo tiempo, fueron deliberadamente endurecidas, afectando así negativamente
la asistencia a los colegios y universidades y las posibilidades de asistir a los exámenes.
Hay casos de niños que están en la cárcel con sus padres, como es el caso de dos niños de cuatro
y tres años de edad que están en la prisión de Babel con sus madres. Tal y como confirman
algunos prisioneros puestos en libertad, hay casos en los que se tortura a los niños delante de sus
padres para más tarde obligar a estos a confesar, como ha ocurrido en la prisión de Abu Ghraib.
El Director del Departamento de Enfermedades Cancerígenas del ministerio de Sanidad ha
confirmado que el número de niños infectados con hepatitis ha superado los 1.750 casos. Las
razones de este aumento de niños enfermos son la contaminación medioambiental como
consecuencia de la guerra, el número insuficiente de hospitales especializados y la escasez de la
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